Llegue y no me acuerdo de nada más, ya eran las 10 pm, pero el día se me había hecho eterno, fue el viaje más pesado de mi vida aunque el avión haya estado a tiempo. Estaba como perdido y nomas’ oía el murmullo de la gente, la casa no estaba así de llena desde hace mucho tiempo y había gente que ni siquiera conocía, todos se levantaron a saludarme y abrazarme pero yo nomas’ quería llegar. Sentía como los pies se me hacían pesados cuando iba llegando al cuartito, sentía como se me nublaba la mirada pero no iba a llorar. Entre al cuartito y la vi, igual de bonita como siempre, quería abrazarla, sacarla del cristal, la vi tan tranquila que sabía que no me podía quejar. Su carita estaba igual que cuando me fui, un poco más delgada, pero todavía me transmitía la paz de, la seguridad que solo ella sabía darme, pude observar a detalle las arrugas de su rostro y sus cabellos grises. Suspiré tres veces, suspire por los recuerdos, a quien me crió, y por quien ya no me dijo adiós. Salí del cuartito y me senté en la orilla de la cama de mi papá, le dije “ya llegue”, se quito el sombrero y me abrazo, no se quien necesitaba más ese abrazo si el o yo, pero no llore. Era como un sueño, de esas veces que no te la crees, pero está más bien parecía pesadilla y si me pellizque más de una vez pa’ comprobar que no estaba durmiendo. Fue hasta que entre a su habitación que me di cuenta de la realidad, fue hasta que se fue toda la gente que que supe que ya nada era igual, fue cuando vi su cama vacía que comprendí que ya nadie me diría “hijo, ya está tu café” o “te hice tus tortillas de harina”, sentí como el corazón se me hacía cada vez más pequeño de pensar en todo lo que había perdido y fue en ese preciso momento que llore como un niño, llore porque uno de las personas que más amaba iba a dormir bajo tierra, porque sus manos suaves ya no volverían a tocarme, porque el rebozo se quedó colgado detrás de la puerta, porque en mi cumpleaños ella ya no me cantaría. Todos los días me sentaba en la sala pensando que ella cruzaría la puerta pero eso no pasaba, y mis esperanzas se volvían más pequeñas, se me fue.
Una historia muy buena y llegadora. Me pude relacionar en varios aspectos porque me hizo recordar a mi abuelo. El también me preparaba el café y lo tomábamos juntos. Y si estaba muy triste después de su fallecimiento.
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