Mi Dilema

La primera impresión lo es todo y lo odio. La risa de una muchacha que ni conozco me ataca por detrás. Me volteo a verla con gesto de enojada-por si acaso sí hace lo que pienso- me pongo defensiva. Ese gesto que por más que trato de apagar, se pega como mascara a mi cara. Creo que la gente piensa que soy amargada o arrogante porque no sonrió cuando camino... con la cabeza alta y mis ojos puestos en la puerta que por fin alcanzo. En verdad, me gusta hablar con personas nuevas y escuchar de lo que las apasiona; motivarlas y ayudarlas, pero llego hacerlo hasta que estoy segura de que no “me desean mal”. Empiezo a conocerlas una por una, así soy yo. Siento vibras de todos y algunas me traicionan desde el principio porque no me entienden y desde ese punto no me interesan más. Me alejo de esas. De repente mi presión sube y mi respiración se vuele más y más corta. Suelto uno o dos suspiros, anhelando lo que me calma, pero a la vez trato de dejar ir. Ese es mi dilema. Quisiera salir corriendo, pero mi responsabilidad no me deja. Me rodean muchas caras y las siento en mí. Quiero escapar, juego con mis uñas o mi lápiz. Me trasladó a un lugar que tanto extraño. La luz del sol, el sonido de las olas luchando contra la pared de piedras y el aire de verano me calman. Despierto con paz. Vuelvo al aula.
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. Dicen que mirar a alguien a los ojos es clave para que los hagas sentir importante, aun así, a veces no lo hago y no es por falta de respeto. No volteo hacia los lados, ver la pared me da más alivio. Me aburro, y trasladó los ojos al piso o a el techo. Me doy cuenta de las imperfecciones del aula, en sí, no me molestan, pero sí me molesta que me doy cuenta. Creo que por eso soy muy detallista y noto las cositas más pequeñas sin importancia alguna. It’s a blessing and a curse.