Ahí estaba yo, el segundo en fila, a minutos de conocer si había conseguido el trabajo de mis sueños. Podía escuchar el ritmo de mi corazón, más acelerado que de costumbre. Estaba seguro de que mi respiración aún resonaba inclusive si el sonido de aquella habitación se pudiera apagar. En mi frente sentía como aquello, que se confundía con gotas de lluvia rodaba lentamente por mi frente. En ese momento nada me daba paz, no era dueño de mis pensamientos, ni siquiera de mis movimientos ya que mis dedos jugaban entre ellos sin poder parar. Mi turno se acercó y este me dejó un mal sabor de boca, es como cuando te enteras que Santa no es quien te trae regalos en navidad o como cuando a los 10 años te das cuenta que el matrimonio de tus padres está a punto de colapsar. Quise esconderme para jamás salir, apagar las luces y sumergirme en mis sábanas para solo dormir. Quise que el mundo se detuviera para yo detenerme con el.
me gusta el final aunque es muy triste
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