En esa casa todo era un infierno, me atormentaba todo de ella al punto que puedo contar con mis dedos los momentos felices que viví allí. Lo mas absurdo del caso era que, aunque me sentía atormentada no era mucho el tiempo que podía estar fuera de ese lugar sin preocuparme, sin sentirme con la necesidad de volver. Esa casa me tenía atrapada o tal vez era lo que pasaba en ella cuando yo salía. Aunque si fuera por mi yo allí me quedaba todo el día para asegurarme que todo estuviera bien. Si yo no estaba allí algo peor podía pasar y me sentiría culpable. Saliendo al amanecer para tomar el autobús rumbo a la escuela me preguntaba ¿será que nadie mas se da cuenta de lo que está pasando?, Pero rápidamente me susurraba a mi misma que yo era la única aquí, en mi completa realidad. Las horas en la escuela parecían eternas, tenia que volver, pero primero debía pasar por mis hermanitos a la escuela para irnos juntos. Debía protegerlos, pues ellos jamás iban a entender lo que estaba pasando. Al llegar a la casa me apresuraba a entrar a mi cuarto subir la música para no escuchar lo que pasaba a mi alrededor y así distraer a mis hermanos. Darles un poquito de alegría pues en un solo salto volveríamos a nuestra realidad.
-Mama, ¿Qué te pasa? Por favor, responde
Otra vez sin responder en el suelo y a su lado esa substancia que solo ella consumía, pero que me estaba consumiendo la vida y niñez. La casa era mi cárcel y yo era el guardián de mis hermanos y de lo que en ella sucedía.
Es una historia muy buena y corta en donde incluyes lo necesario para que el lector entienda al narrador. Aunque es algo triste, es muy especifica.
ReplyDelete