Cuando vi por primera vez las opciones de las clases de nivel 300 me di cuenta de que esta sería mi mejor opción. Siempre me ha gustado escribir y siempre escribía sobre cosas de no-ficción, tipo periodismo. Me atreví a tomar la clase de escritura creativa y ahora me siento muy afortunada de haber podido convivir con esta clase. Me gustó que fui una de las primeras que presentó su texto en el taller porque recibí comentarios que me ayudaron a escribir mejor durante el resto del semestre. Cuando nos visitó Raúl Dorantes aprendí que yo debería escribir cuando sienta la necesidad de hacerlo y que no debería escribir algo rápidamente porque así no será mi mejor trabajo. Aprendí que para tener un buen texto se requiere de varias revisiones, varios borradores. Gracias a Óscar Campo, aprendí a cómo escribir algo que tenga un efecto en la audiencia y pensar en cosas como marcos narrativos, idea central del tema, personajes, tiempo, detalles y cosas así. Yo sabía cómo identificarlo en textos literarios, pero no pensé que fuera tan difícil escribirlo. Lo que me llevo de esta clase es que hay un Latino Boom en cual me puedo identificar porque soy chicana. Soy mexicana y de EE.UU. y hablo y escribo en inglés y español. Después de la plática con José Ángel Naveja Me di cuenta que puedo ser la voz de inmigrantes, de mis amigos y familiares que se sienten reprimidos en este país. Al fin, después de la plática con Franky Piña, aprendí que la escritura no sirve solo como terapia, pero sirve para abrir discurso e influir a otras personas a que vean su lado creativo. Como escritores no deberíamos ser tan egoístas y escribir o informarnos solo de lo que nos gusta a nosotros porque así nos mantenemos en un cuadro, pero deberíamos salir de nuestros límites and “break out of the box.” Estoy muy orgullosa de mis compañeros porque seremos parte de la revista CIUDAD Ñ.